El objetivo principal de cualquier empresa, sea cual sea su giro o su tamaño, es alcanzar la competitividad, productividad y rentabilidad; sin embargo, no siempre lo logran o lo hacen de la manera más efectiva.
Una fórmula para realizarlo consiste en tener claras sus metas y objetivos, a dónde se desea llegar como compañía: ¿cómo es su modelo de negocio? ¿cómo es su proceso interno organizacional y de planeación? y ¿cómo se está administrando, gestionando y desempeñando su talento humano?
Las compañías, por su propia naturaleza y razón de ser, tienen una filosofía de trabajo y una cultura; en la mayoría de los casos, también cuentan con una estrategia que esperan que las lleve a cumplir con una misión, para lo cual necesitan que sus empleados cumplan con un perfil determinado.
Es común y parece increíble que muchas empresas de diferentes giros desconozcan el verdadero valor que tiene su gente, lo que verdaderamente aportan, las características que los mueven o detienen para hacer algo, y las razones por las cuales no tienen un desempeño efectivo. Muchos líderes no saben exactamente cómo motivar a sus colaboradores, cómo disciplinarlos, cómo desarrollarlos y cómo comunicarse con ellos. Esto no es una función exclusiva del área de Recursos Humanos; es tan estratégico que al ser un tema de comportamientos humanos, grupales, organizacionales, colectivos y culturales debe ser dominado desde las cabezas de las compañías
Probablemente, la parte más sencilla de esta ecuación es saber lo que se quiere o se espera de ellos. Cuando se determinan los comportamientos y conductas, inteligencia emocional y, yendo más allá, se identifica algo de inteligencia general, es cuando las empresas entran en terrenos de bajo dominio, de dicha falta de autoridad nacen las palabras que más se usan en las organizaciones: mala actitud, bajo compromiso, conflicto, estilos erróneos de liderazgo, desmotivación, interrelación, no hay trabajo en equipo, indisciplina, no me gusta, inefectividad, clima y cultura malos, etc. No obstante, se debe tener más que habilidades e intuición para entender el famoso ‘ser’: lo que la gente es, sus comportamientos, el ajuste laboral, cómo se puede aprovechar todo el potencial cuando alguien está bajo presión, cómo controlar el estrés, qué fomenta que las personas sean indecisas, por qué están desorientadas y cuál es el motivo de sus inseguridades e incertidumbres.
Se requiere de herramientas específicas, expertise y una inversión en materia de tiempo y recursos. Pudiera parecer complicado, tedioso, costoso y tardado, pero no es así, ya que existen buenas soluciones en el mercado para este fin.
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